Superar los agujeros de la mente a través del arte… The heART Ambassadors

Por: Manuela Ripollés, Chief Digital Officer, The heART Ambassadors

La relación entre trastornos mentales y creatividad ha sido estudiada y probada por muchos organismos científicos. Existen muchos ejemplos de músicos, pintores, diseñadores con historial de depresión, esquizofrenia, alcoholismo y ansiedad, entre otras patologías.
¿Es el ser creativo una consecuencia del trastorno o se supera el trastorno a través de la creatividad?. Es como preguntar aquello tan famoso de «que va antes, el huevo o la gallina».
En cualquier caso, el realizar actividades creativas es de gran ayuda para superar las nubes que aparecen en la mente humana e impiden realizar a veces una vida normal.
Y lo sé de primera mano, pues el arte me ayudó a superar la anorexia y bulimia que padecí desde los 14 hasta los 22 años. En esos años de lucha contra las malas pasadas que me jugaba mi mente, la música jugó un papel decisivo en la superación. El simple hecho de oírla, y por supuesto mucho más tocarla, me ayudaba a evadirme de los pensamientos obsesivos y autodestructivos propios de la enfermedad. Mi pasión por ese arte fue una vía de escape y un timón al que agarrarme en los momentos más oscuros.
Por eso desde mi activismo en The heART Ambassadors creo firmemente enel arte como terapia y en nuestro objetivo de ayudar a través de él a personas en exclusión social. Porque la enfermedad mental es otra manera de exclusión social.
La enfermedad física es bien entendida por todo el mundo, pero la enfermedad mental sólo se puede entender desde dentro, desde la experiencia de haberla padecido en una forma u otra.
Desde The heART Ambassadors deseamos inspirar a través de cualquier acercamiento al arte y colaborar con asociaciones que luchan contra la enfermedad de la mente de manera completamente altruista para hacer del arte otro aliado contra esta lacra y epidemia del siglo XXI.
El arte nos hace ser mejores y nos puede ayudar a curar, renacer y superar lo que parece insuperable.

Fuente: El Mundo

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